La decisión de Valverde
Txingurri es el único que sabe si se siente motivado para seguir en el Athletic la próxima temporada
Jon Agiriano
Miércoles, 8 de febrero 2017, 01:33
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Jon Agiriano
Miércoles, 8 de febrero 2017, 01:33
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Se acercan las fechas en las que se deshojará la margarita del futuro de Ernesto Valverde, que en un par de semanas se convertirá en el entrenador que más partidos ha dirigido al Athletic en toda su historia. Por sí solo, este dato da una idea cabal de la dimensión que ha adquirido Txingurri en el club y explica la gran curiosidad con la que se espera su decisión. Los corrillos rojiblancos comienzan a llenarse estos días de videntes y augures que proclaman sus presagios. Los aficionados quieren saber y nos interrogan también a los periodistas, que a día de hoy apenas podemos ofrecer intuiciones.
Hay algo, sin embargo, que algunos tenemos claro: Valverde hará lo que quiera y lo que decida será lo mejor para el Athletic. Dicho esto, debo explicarme. No quiero decir que Txingurri sea un alma caritativa que, cuando se enfrenta a una renovación, antepone graciosamente los interés del club a los suyos propios. Quizá en el mundo del fútbol exista esa especie filantrópica, pero si existe debe vivir en camarotes abandonados y salir sólo por las noches, como los topos de la Guerra Civil. Porque no se les ve, vaya. De vez en cuando aparece alguno, despistado en la jungla, pero siempre es una rara excepción y, como tal, suele resultar sospechosa. Lo que quiero decir es que Valverde sabe mejor que nadie si él es el entrenador que el Athletic necesita la próxima temporada y actuará en consecuencia. ¿O acaso no son los técnicos, como decimos siempre, los que más información tienen y mejor conocen las necesidades de su equipo?
Hay algo evidente. Si Valverde está fresco e ilusionado con el equipo, si se siente con fuerzas y ánimo para seguir dirigiéndolo, si vibra con las expectativas de llevarlo todavía más alto y ganar un título, si considera que su discurso continúa siendo igual de válido y convincente para sus jugadores y se siente respetado por ellos, no hay más que hablar. Debería renovar ya y anunciarlo pronto para que no prospere el culebrón. Si, por el contrario, se siente cansado y desgastado, en junio debería hacerse a la mar, como el Ismael de Moby Dick cuando se sorprendía deteniéndose ante las empresas de pompas fúnebres y sumándose a los cortejos de los entierros. Y sólo él sabe cómo se encuentra.
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